La medición de la cohesión social: lecciones del campamento de Kakuma

Se han realizado varias encuestas para medir la cohesión social en contextos de desplazamiento. Sin embargo, los resultados deben interpretarse con cautela por aquellos que pretendan utilizarlos para fundamentar sus políticas y programas.

Dada la creciente atención que se está prestando a la cohesión social en las políticas sobre la población refugiada, se hace más necesario contar con una metodología sólida para medir la cohesión entre las comunidades desplazadas y las afectadas por el desplazamiento. A nivel de proyecto, las organizaciones que hayan adoptado unos objetivos de cohesión social en sus programas necesitarán unos indicadores para evaluarlos. A nivel nacional y territorial, a través de mecanismos de seguimiento, como las encuestas de percepción periódicas que el PNUD lleva a cabo en el Líbano, se están recopilando datos sobre la cohesión y las tensiones para mejorar la sensibilidad al conflicto entre los actores del sector de la ayuda[1]. Y a un nivel más amplio, hay organismos de financiación como el Banco Mundial que están invirtiendo en la investigación para generar pruebas sobre los factores que influyen en la cohesión en contextos de desplazamiento, que podrían utilizarse para desarrollar mejores prácticas en el diseño de programas[2].

En Kenia, el Banco Mundial ha desempeñado un importante papel de apoyo al programa de integración socioeconómica adoptado por el Gobierno y ACNUR. Entre otras, mediante la investigación acerca de la cohesión social en los contextos urbanos y en los campamentos. Se han incorporado preguntas sobre la cohesión a varias encuestas realizadas por el Banco y sus socios[3], incluidas evaluaciones socioeconómicas a gran escala de las poblaciones refugiadas en los campamentos de Kakuma y el asentamiento de Kalobeyei[4].

Los instrumentos de investigación para estudiar la cohesión deben diseñarse prestando atención a los entornos institucionales concretos y a las prioridades políticas de cada contexto. Por ejemplo, en la década de los 90, la cohesión social en Canadá, la UE y otros países de renta alta se definió haciendo mucho hincapié en la igualdad. Pero, en Kenia, la condición jurídica de los refugiados es inferior y están sujetos a estrictas políticas de internamiento en campamentos. El programa de integración se limita a la dimensión socioeconómica, como el fomento de la autosuficiencia de los refugiados y la fusión de la prestación de servicios humanitarios y de carácter nacional en sistemas conjuntos. Por ello, preguntar en una encuesta a la población refugiada en Kenia sobre su sentido de la “igualdad” se antojaría fuera de lugar. La “cohesión” en realidad solo tiene sentido en lo que respecta a las expectativas que las personas tienen sobre el lugar que ocupan en una comunidad, conformada por unas condiciones jurídicas desiguales, y los entornos normativos en que se encuentran. Estos factores, entre otros, complican la forma en que las personas interpretan y responden a las preguntas en las encuestas sobre cohesión social.

En 2022, en el equipo de investigación del proyecto “Social Cohesion as a Humanitarian Objective”[5] desarrollamos una estrategia para evaluar los instrumentos de investigación sobre cohesión social utilizados en Kakuma. Realizamos una encuesta estándar con una muestra pequeña pero diversa de 30 personas encuestadas, seguida inmediatamente de una entrevista abierta. La validez de las preguntas comunes de la encuesta se evaluó basándose en las similitudes y diferencias entre las respuestas de la encuesta y la forma en que las personas describían las relaciones entre la población refugiada y la población de acogida con sus propias palabras.

En muchos casos, pudimos comprobar que las respuestas que una persona daba en la encuesta no eran coherentes con sus comentarios durante la entrevista. Por ejemplo, en la encuesta, un sursudanés se mostró en desacuerdo con la afirmación de que la comunidad de acogida fuera de fiar. Pero en la entrevista ofreció una imagen optimista de “paz y unidad entre los refugiados y los kenianos”. Por el contrario, cuando se le preguntó por la fiabilidad de los refugiados, un keniano respondió positivamente. Pero en la entrevista apuntó que había que ir con cautela: “[Los refugiados] nos piden que juguemos con ellos [al fútbol], pero sabemos que son gente problemática. Así que les decimos que no”.

Estas observaciones ponen de manifiesto un problema generalizado en la recopilación de datos sobre la cohesión social: el formato de encuesta cerrada. A menudo se pide a las personas encuestadas que elijan entre opciones binarias (sí o no) o que califiquen sus sentimientos en una escala (por ejemplo, de “muy de acuerdo” a “muy en desacuerdo”). Pero las perspectivas de la gente sobre su entorno social suelen ser demasiado complejas o dependientes del contexto como para poder ser captadas de este modo. Como explicó una mujer sursudanesa cuando se le preguntó por las relaciones entre los refugiados y la comunidad local:

Hay algunas cosas buenas en la forma en que la gente se mantiene unida aquí, pero a veces surgen conflictos. Dios creó a las personas de manera diferente. Algunos son unos delincuentes, mientras que otros dicen que la gente debería vivir en paz. Un delincuente o un borracho sembrará el caos o disputas entre la gente. No todos los son, pero ese es el problema.

Esta ambigüedad se simplifica en exceso cuando las respuestas se limitan a escalas lineales o se reducen a una simple postura como “mucha confianza” o “poca confianza”. Del mismo modo, categorías tan amplias como “refugiados” y “comunidad de acogida” a veces abarcan una diversidad excesiva para obtener una respuesta significativa en una encuesta de percepción. En nuestras entrevistas en Kakuma, las valoraciones acerca de la “fiabilidad” de los refugiados variaron drásticamente dependiendo de los datos demográficos que se especificaran. Del mismo modo, cuando se les preguntó por su propia comunidad, los encuestados kenianos destacaron las diferentes motivaciones y estilos de vida de los que viven cerca del campamento y aquellos que viven más lejos, al otro lado del río.

A la espera de un análisis completo, de un examen preliminar de nuestros resultados se desprenden varios hallazgos clave:

 

  • Los parámetros de la cohesión social deben adaptarse a cada contexto. Preguntas que parecen obvias pueden ser interpretadas de manera diferente por distintos colectivos. Por ejemplo, en algunas encuestas se pregunta si la persona encuestada come alguna vez con personas de otras comunidades, un acto que se supone que mide el grado de confianza. Pero, en Kakuma, los refugiados suelen intercambiar la comida por la leña y el carbón vegetal que venden los lugareños. Estas interacciones son más transaccionales y menos íntimas de lo que imaginamos mientras diseñábamos la encuesta. Los estudios cualitativos son cruciales para el desarrollo de los indicadores de cohesión social pertinentes para cada contexto. Esto incluye tanto estudios etnográficos preliminares sobre los que se sustente el diseño de la encuesta como la validación cualitativa posterior al diseño para entender cómo se interpretan las preguntas.

 

  • El análisis de las encuestas de percepción debería centrarse en las respuestas extremas. En nuestro estudio, los que fueron más moderados en su respuesta a las preguntas de la encuesta que versaban acerca de la fiabilidad de otras comunidades a menudo transmitían ambigüedad o ambivalencia durante las entrevistas. Pero, entre los que dieron respuestas más extremas se daba una mayor coincidencia entre sus respuestas en la encuesta y en la entrevista.

 

  • Las encuestas de percepción son muy limitadas a la hora de medir la cohesión. Tomemos como ejemplo una encuesta en la que se pregunte por la fiabilidad de los refugiados: aunque el 90 % de las respuestas fueran muy negativas, esto no supondría una guía fiable de las prácticas reales en cuanto a confianza y cooperación en el día a día, como prestarse dinero o compartir información personal. Las respuestas a preguntas sobre categorías abstractas de personas están condicionadas por los estereotipos contemporáneos y las narrativas populares. Las respuestas tienden a ser diferentes si las preguntas de la entrevista se refieren a individuos concretos, como vecinos, compañeros de trabajo o amigos. Por tanto, los indicadores de percepción deberían ir acompañados de medidas de cohesión más específicas, como la ampliación del crédito o los enlaces matrimoniales entre líneas comunales. Sin embargo, estas medidas requieren una visión concreta de cómo debería ser una sociedad de acogida de refugiados más cohesionada, algo que a menudo falta en el diseño de los programas y en la formulación de políticas.

 

Stephen Hunt stephen.hunt@ucl.ac.uk

Responsable de Investigación, Centro de Estudios para los Refugiados, Universidad de Oxford

 

Cory Rodgers cory.rodgers@qeh.ox.ac.uk @CoryJRodgers

Investigador adjunto sénior, Centro de Estudios para los Refugiados, Universidad de Oxford

 

[1] Los resultados de la encuesta pueden verse en el tablero interactivo del PNUD y ARK. https://bit.ly/communal-relations-lebanon

[2] Ver la reciente serie de documentos de trabajo sobre Desplazamiento Forzado y Cohesión Social, implementada por el Banco Mundial, ACNUR y el FCDO. https://bit.ly/WB-social-cohesion

[3] Ver Vemuru, et al. (2016) “Refugee Impacts on Turkana Hosts: A Social Impact Analysis for Kakuma Town and Refugee Camp” https://bit.ly/vemuru-turkana

y Betts et al. (2021) “Social Cohesion and Refugee-Host Interactions: Evidence from East Africa” https://bit.ly/betts-east-africa

[4] https://bit.ly/kalobeyei-2018

[5] https://bit.ly/social-cohesion-socho

 

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