Las tensiones sobre la ayuda tras la explosión del puerto de Beirut en 2020

Las tensiones pueden intensificarse en contextos de crisis superpuestas: los actores humanitarios deben reconocer los diferentes tipos de tensión resultantes de la distribución de la ayuda y responder en consecuencia.

En agosto de 2020, una enorme explosión sacudió el noreste de Beirut y dañó decenas de miles de hogares y edificios. A medida que la asistencia humanitaria llegaba a los barrios afectados, se produjo un escrutinio público generalizado acerca de a quién se dirigía la ayuda y cómo se distribuía. En un contexto más amplio de crisis financiera, política y sanitaria, a los actores estatales y humanitarios les preocupan cada vez más las tensiones intercomunitarias.

La experiencia de las tensiones en Bourj Hammoud

Según las Encuestas de Seguimiento de las Tensiones llevadas a cabo por el PNUD, las tensiones sociales se intensificaron tras la explosión, sobre todo entre la ciudadanía libanesa y la población refugiada siria, que experimentaron una mayor vulnerabilidad socioeconómica. Ambos colectivos consideraban que la ayuda se había distribuido de forma injusta. Paradójicamente, muchos sirios se sentían discriminados por los proveedores de ayuda, mientras que muchos libaneses se quejaban de que los sirios recibían una parte indebida de esta.

Aunque las “tensiones” son objeto de un amplio seguimiento en el Líbano, los estudios etnográficos sobre la experiencia de las tensiones o su compleja relación con diversas formas de identidad, como la religión, la nacionalidad o la clase social, han sido limitados. Para analizar esta cuestión desde un punto de vista etnográfico, inicié un proyecto de investigación participativo en junio de 2021 con 9 residentes de Bourj Hammoud, un barrio afectado por la explosión que acoge a población refugiada y migrante. Bourj Hammoud se creó a principios del siglo XX como lugar de refugio para la población armenia desplazada por las campañas genocidas del Imperio otomano. En la actualidad, acoge a diversos colectivos con bajos ingresos, entre ellos refugiados libaneses, sirios, palestinos e iraquíes, y a trabajadores migrantes procedentes de África y Asia. Aunque el barrio ofrece oportunidades laborales y alojamiento relativamente asequible, se identifica como una zona pobre habitada sobre todo por refugiados, con infraestructuras en ruinas y servicios urbanos inadecuados[1].

La percepción de una distribución injusta de la ayuda

Al reflexionar sobre las consecuencias de la explosión de Beirut, los participantes en el estudio recordaron las acusaciones y el resentimiento entre personas con distintas nacionalidades y condiciones jurídicas. Un colaborador libanés explicó que “los ciudadanos libaneses estaban enfadados y frustrados porque los refugiados sirios recibieran ayuda”. Por contra, una colaboradora siria señaló la falsa percepción de que se daba más ayuda a los sirios que a los demás. “La mayor parte de la ayuda se destinó únicamente a los ciudadanos libaneses”, añadió. Estos estereotipos, a menudo impuestos tanto a la ciudadanía nacional como a la extranjera, fueron utilizados por ciertas personas, medios de comunicación y actores políticos. No es la primera vez que se entremezclan los rumores con narrativas politizadas acerca de la ayuda y se hacen circular para avivar los sentimientos antirrefugiados hacia la población siria y presionar para que sean retornados.

Esta percepción de que se había producido una distribución injusta de la ayuda se sumó a otras tensiones que ya llevaban tiempo en Bourj Hammoud, sobre todo en lo que respecta a una zona llamada Nabaa. Desde el punto de vista administrativo, Nabaa pertenece al municipio de Bourj Hammoud. No obstante, esta zona alberga una alta concentración de refugiados y residentes chiitas, que destacan entre la población predominantemente cristiana del este de Beirut. Por esta razón, algunos consideran que Nabaa está “fuera” de Bourj Hammoud, lo que refleja la importancia de la religión y la nacionalidad como base para la exclusión. Un colaborador explicó que: “Bourj Hammoud está dividido en lo que respecta a la interacción... Los barrios y los edificios están segregados según las nacionalidades y las creencias religiosas de la gente”. Este sentimiento de división espacial y de identidades comunales contrapuestas en Bourj Hammoud genera antipatía, sobre todo cuando se trata de narrativas discordantes sobre la parcialidad de la ayuda.

Pero las divisiones intercomunitarias entre religiones y nacionalidades —lo que suele llamarse la dimensión horizontal de la mayoría de los marcos de cohesión social— no captan plenamente la imagen de “tensión” que se desprende de este estudio. Gran parte de la indignación se dirigió hacia las instituciones responsables de decidir a quién se daba la ayuda y de distribuirla, lo que suele llamarse la dimensión vertical. Tras la explosión, el Ejército y varias ONG visitaron las casas de la gente para realizar un registro de los daños y proporcionarles ayuda financiera para las reparaciones. Según nuestros colaboradores, estas evaluaciones estaban descoordinadas y no contaban con unos criterios claros para decidir a quién iría dirigida la ayuda. Tanto los colaboradores libaneses como los no libaneses aseguraron haber sido testigos de la parcialidad de la ayuda en función de la nacionalidad. Una colaboradora iraquí explicó que, a pesar de que su apartamento había sufrido más daños que otros de su edificio, el Ejército libanés dio a su familia 500 000 LBP [libras libanesas], mientras que todas las familias libanesas recibieron 4 000 000. Por su parte, un colaborador libanés se quejó de que la población siria puede acceder a más fondos que la libanesa, a pesar de las dificultades económicas que afrontan ambos colectivos. Por el contrario, una colaboradora siria escribió que su familia fue considerada “no apta para recibir cualquier tipo de ayuda financiera porque, como sirios, deberían estar recibiendo ayuda de ACNUR”.

¿Vertical u horizontal?

Para no exacerbar las tensiones entre la población refugiada y las comunidades de acogida, estas dimensiones verticales (proveedor-beneficiario) deben reconocerse junto a las horizontales (intercomunitarias). Pero, a pesar del aumento de las tensiones tras la explosión, no se produjeron incidentes importantes de violencia física entre los refugiados y las comunidades de acogida. En general, nuestros colaboradores refugiados describieron Bourj Hammoud como un lugar lleno de diversidad y tolerancia, en el que han surgido vínculos a través de las interacciones cooperativas y las adversidades compartidas. A lo largo de nuestro estudio, escuchamos acerca de numerosos ejemplos cotidianos de solidaridad entre comunidades, como pedir dinero prestado a un vecino u ofrecer ayuda a un compañero de clase tras la pérdida de un familiar. Sin embargo, cuando la indignación se dirige hacia las instituciones —ya sea hacia el Estado, las ONG locales o los actores internacionales— se corre el riesgo de desviarse lateralmente hacia los vecinos. Por tanto, es crucial que los actores del sector de la ayuda reconozcan las tensiones verticales en sus marcos de sensibilidad al conflicto y respondan a las crisis en consecuencia. Esto podría implicar trabajar con los actores estatales para introducir un sistema de protección social más completo[2], así como aprender de los mecanismos de solidaridad existentes, que tienden a dar una respuesta más contextualizada y sensible a los conflictos[3], y respaldarlos. Además, la adopción de unos métodos más sistemáticos y transparentes para determinar a quién se dirige la ayuda podría facilitar a los actores de este sector a abordar las tensiones que se derivan de la percepción de que la distribución de la ayuda es injusta.

 

Watfa Najdi wn17@aub.edu.lb @watfanajdi

 

Coordinadora de proyectos e investigadora, Instituto Issam Fares de Políticas Públicas y Asuntos Internacionales, Universidad Americana de Beirut

 

[1] ONU-Hábitat (2017) Nabaa Neighbourhood Profile: Bourj Hammoud, Beirut. https://bit.ly/nabaa-profile

[2] Alijla, A (2022) “Out of the Frying Pan, Into the Fire: Lebanon, Financial Crisis, COVID-19 Crisis, and the Social Protection System”, EuroMesco Policy Study N.24, European Institute of the Mediterranean.

[3] Haddad, S, Aliaga L y Attree L (2018) “Building peace into refugee responses: Syrian refugees in Lebanon”, Saferworld and Lebanese Center for Policy Studies (LCPS). https://bit.ly/saferworld-Syrian-refugees

 

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