La exclusión de la conversación: reflexiones de las personas refugiadas afganas

Aunque las voces de las personas refugiadas se valoran cada vez más en la investigación y en la formulación de políticas, la población refugiada afgana sigue encontrando obstáculos para acceder a estas conversaciones y participar en ellas. Sus perspectivas ofrecen recomendaciones sobre cómo aumentar la inclusión para fundamentar la toma de decisiones.

El reto de aumentar la diversidad y la inclusión en las conversaciones mundiales sobre la migración forzada es ampliamente reconocido. La investigación y la toma de decisiones políticas han tendido a ser dirigidas por actores que rara vez provienen o representan las voces de las personas que se ven más directamente afectadas por estas decisiones. Sin embargo, cada vez es mayor el llamamiento a reconocer el valor de la inclusión y la representación.

La participación de las personas refugiadas como coinvestigadoras ha sido identificada como un medio potencialmente importante para aumentar el sentimiento de pertenencia y responsabilidad de la población refugiada, desarrollar sus aptitudes y capacidades, permitir la reflexión crítica sobre los procesos de investigación y maximizar la participación local[1]. Esto se ha reflejado en los llamamientos a la creación de vías para compartir los conocimientos académicos del Sur Global[2] y desmentir la suposición tradicionalmente generalizada de que dicha investigación es de menor calidad[3]. En las esferas políticas, ha habido movimientos para reflejar la participación de las personas refugiadas en los mecanismos internacionales de toma de decisiones, como la Declaración de Nueva York de 2016 para los Refugiados y los Migrantes y el Pacto Mundial sobre los Refugiados de 2018[4].

Dos de los autores de este artículo somos refugiados afganos; reconocemos y hemos experimentado directamente, junto con nuestros semejantes, el reto de hacer oír nuestras voces dentro del mundo de la investigación y la formulación de políticas. Nacimos como refugiados en Pakistán, de familias que habían abandonado Afganistán en busca de mayor seguridad y una vida mejor para nosotros. Después de haber trabajado duro por conseguir tener estudios y ahora trabajar como investigadores profesionales, estamos comprometidos a hablar por nuestra comunidad, a menudo sin voz y poco representada. En 2022, hay 2,6 millones de población refugiada afgana en todo el mundo, con otros 3,5 millones de personas desplazadas internas, y se prevé que estas cifras aumenten. Este artículo se basa en las voces de nuestros semejantes, y ofrece ejemplos vividos de las múltiples barreras a las que se enfrentan las personas refugiadas afganas en este sector y nuestras propuestas por aumentar la diversidad de la conversación.

Los retos para incorporarse a la conversación

  1. Los obstáculos a la educación

A menudo se considera que la educación proporciona las aptitudes básicas necesarias para participar en la investigación y la formulación de políticas. La asistencia a un centro de enseñanza superior y las referencias académicas se citan regularmente como requisitos para muchas oportunidades laborales. Sin embargo, el acceso a la educación superior es un gran reto para los jóvenes refugiados. En 2020, solo el 5 % de las personas refugiadas en todo el mundo estaban matriculadas en la educación superior, en comparación con una tasa de matriculación del 39 % entre las no refugiadas[5].

Las personas refugiadas afganas reconocen que la falta de acceso a la educación superior es un problema crítico. El coste de las matrículas universitarias es un obstáculo clave para su acceso, ya que muchas familias de refugiados experimentan muchas dificultades económicas y la población joven necesita encontrar un empleo para contribuir a los ingresos del hogar. Además, en 2017, se calcula que entre 600 000 y 1 000 000 de personas refugiadas afganas en Pakistán estaban indocumentadas y, por tanto, no podían acceder a la educación superior. Esto contribuye a su vez a la falta de oportunidades laborales, de seguridad económica y, por tanto, de oportunidades educativas para la siguiente generación.

  1. Culturas de investigación locales hostiles

Incluso con un título de grado o un máster, la entrada en el sector de la investigación o de las políticas se ve obstaculizada por la falta de oportunidades laborales en Pakistán. No solo hay pocas organizaciones dedicadas a la investigación, sino que los requisitos de visado y permiso son un gran obstáculo para las personas refugiadas. También hemos observado una clara jerarquización en la investigación en las universidades pakistaníes, lo que nos dificulta el establecer nuestra posición como investigadores. Los supervisores suelen actuar como encargados del control de acceso, determinando lo que puede o no puede publicarse e imponiendo su propia perspectiva en los trabajos de investigación. Esto puede dar lugar a que se silencien los puntos de vista de los refugiados en el ámbito académico.

A pesar de tener un máster con matrícula de honor en Ciencia de datos por una universidad pakistaní, Bilal (26 años) ha notado una clara falta de oportunidades para trabajar como investigador, y se ha enfrentado a dos retos fundamentales. En primer lugar, las comunidades locales de refugiados atribuyen poca importancia a la investigación. Esto se debe a menudo al hecho de que las personas refugiadas no entienden muy bien lo que la investigación puede lograr y, por tanto, no la consideran una prioridad. En segundo lugar, las comunidades de acogida pueden considerar a los investigadores refugiados como una amenaza potencial para los medios de vida locales, lo que endurece la competencia por los puestos de investigador y puede provocar prejuicios en los procesos de presentación de una candidatura.

Este silenciamiento se ve agravado por la inestabilidad que sienten las comunidades de refugiados. Debido a la naturaleza del estatus de ciudadanía de una persona refugiada, el riesgo personal en el que se incurre al entrar en conversaciones políticas o controvertidas sobre la migración forzada significa que la población refugiada puede llegar a autocensurar su trabajo. Esto, combinado con la falta de mentores o de sistemas de apoyo en la universidad, hace que las personas refugiadas no se sientan animadas a hacer carrera en el mundo de la investigación.

Nabi (33 años) huyó de Afganistán durante la década de 1990, y actualmente trabaja como periodista, escribiendo artículos de investigación para una agencia de noticias local. Le gusta escribir por el poder y la importancia que atribuye a compartir historias en los medios de comunicación. A pesar de ello, es muy consciente de la naturaleza censurada de lo que puede publicar como refugiado. En su trabajo se ha enfrentado a amenazas personales al realizar investigaciones sobre determinados temas y ha sufrido falta de apoyo, incluso entre sus compañeros.

  1. La falta de acceso a plataformas mundiales

Según nuestra experiencia, son pocas las oportunidades en las que se da voz a las personas refugiadas en las conversaciones internacionales sobre investigación y política. A pesar de las declaraciones de la última década que exigen la participación de las personas refugiadas en organismos y redes internacionales, siguen existiendo numerosos obstáculos. El alto coste de la asistencia a conferencias internacionales o la falta de una financiación adecuada es un ejemplo. Asimismo, las restricciones de viaje impuestas a la población refugiada pueden impedir el acceso a eventos de ese tipo. Por tanto, el establecimiento de unos requisitos mínimos para la participación de las personas refugiadas no supera todos los obstáculos. Los esfuerzos por aumentar el acceso, como la eliminación de las restricciones de viaje o el aumento de las oportunidades educativas y laborales, proporcionarían a las personas refugiadas mayor autonomía para asistir y contribuir a las plataformas internacionales.

Como periodista e investigadora que busca dar a conocer las voces de las personas refugiadas, Arya (24 años) se sintió muy emocionada por haber sido invitada a hablar en una conferencia internacional sobre educación. Sin embargo, su asistencia se vio impedida por las restricciones de viaje que se le imponían por su condición de refugiada. En la mayoría de los países, los refugiados documentados reciben el documento de viaje del Convenio de Ginebra en lugar del pasaporte. En esta ocasión, sin embargo, no se le concedió, a pesar de la carta oficial de confirmación del organismo internacional que celebraba la conferencia.

  1. La discriminación generalizada

Aunque algunos retos surgen a nivel local o global, la discriminación es una barrera a la que nos hemos enfrentado a todos los niveles. A nivel mundial, los estereotipos sobre los refugiados contribuyen a mantener actitudes negativas. Ya sea en los medios de comunicación, en el discurso político o en el propio mundo de la investigación, las personas refugiadas se presentan con frecuencia como vulnerables, dependientes y una potencial amenaza para las comunidades de acogida. Esto puede afectar a la integración y la inclusión. La población refugiada afgana suele ser objeto de críticas y prejuicios por parte de las comunidades de acogida en Pakistán. Esto puede acabar creando un efecto dominó en las oportunidades laborales y en el acceso a determinadas plataformas, tanto dentro como fuera de los ámbitos de la investigación y las políticas.

Una segunda cuestión tiene que ver con las barreras lingüísticas. Es bien sabido que la publicación académica está dominada por el Norte Global, y se ha estimado que el investigador medio no anglófono realiza aproximadamente el 60 % de sus envíos a revistas en inglés[6]. Aunque las personas refugiadas a menudo son políglotas, el idioma puede seguir siendo una barrera importante para acceder y contribuir a las conversaciones académicas.

Khalil (27 años) cita la discriminación como un obstáculo clave para su carrera como investigador independiente en Pakistán. Considera que su derecho a viajar y a trabajar libremente ha sido restringido por los miembros de la comunidad de acogida y que ha sido discriminado debido a su condición de refugiado, por la que se le ha denegado el acceso a ciertas plataformas y oportunidades de investigación. No obstante, sigue valorando la investigación como medio para cambiar estas actitudes y construir una sociedad mejor.

¿Cómo diversificar la conversación?

Para que la población refugiada afgana —y los muchos otros millones de personas desplazadas en todo el mundo— tengan una plataforma significativa desde la que influir en las decisiones políticas y de investigación que afectan a nuestras comunidades, es necesario tomar medidas para aumentar la inclusión en dichas conversaciones. Aunque reconocemos que nuestra lista de recomendaciones no es exhaustiva, no deja de ser importante: está basada en la experiencia de quienes han sido excluidos de la conversación en el pasado, más que en la de quienes pretenden arreglarla desde “dentro”.

Dar prioridad a la educación de la población refugiada: las experiencias de muchas personas refugiadas afganas ponen de manifiesto que la falta de acceso a la educación (por el coste, la documentación y las referencias) es una barrera importante para entrar en los campos de la investigación y la formulación de políticas. Por ello, es prioritario aumentar el acceso de la población refugiada a la educación y, en especial, a la educación superior.

Establecer iniciativas de sensibilización para impulsar el compromiso con la investigación: hemos observado que las comunidades locales de refugiados no suelen considerar importante la investigación, lo que no hace sino agravar su falta de representación en las conversaciones mundiales. Un mayor intercambio de información y los talleres comunitarios podrían servir de punto de partida para dar a conocer los hallazgos de los estudios de investigación y las vías para participar en la investigación y la formulación de políticas.

Facilitar un diálogo positivo entre las comunidades de refugiados y de acogida: las importantes divisiones y prejuicios entre las comunidades de refugiados y de acogida en la sociedad paquistaní en general, agravadas por la crisis económica de Pakistán, contribuyen a la constante exclusión de las voces de los refugiados en el sector de la investigación. Un mayor enfoque en el diálogo constructivo podría ayudar a abordar esta cuestión y fomentar la colaboración entre las comunidades de refugiados y las de acogida.

Aplicar metodologías de investigación participativas: ofrecer oportunidades para que los refugiados participen activamente como coinvestigadores no solo podría proporcionarles vías de empleo, sino que también les permitiría compartir valiosas percepciones y perfeccionar las metodologías de investigación de la manera más adecuada para su contexto.

Reconocer el doble valor de eliminar las barreras lingüísticas en la investigación: agradecemos los crecientes esfuerzos por diversificar la publicación académica. Una mayor variedad de idiomas y de vías de publicación probablemente dará lugar a que se escuchen más voces de refugiados en la investigación. La distribución de esta investigación también es importante; abordar el problema de los muros de pago académicos, así como publicar los hallazgos en idiomas accesibles, aumentaría aún más el compromiso de las personas refugiadas con el sector.

Combinar los requisitos para la participación de los refugiados con el apoyo práctico para implementarlos: se han hecho algunas declaraciones para aumentar la participación de las personas refugiadas en las redes internacionales, pero existen barreras (incluidas las restricciones de viaje) que limitan el éxito de la implementación de dichas normas. Es necesario un doble enfoque.

Habilitar redes para la colaboración y contribución de los refugiados: las personas refugiadas no comparten una sola voz. Representamos un colectivo diverso en cuanto a perspectivas y experiencias. La creación de redes mundiales a través de las cuales la población refugiada pueda comunicarse entre sí podría proporcionar una plataforma para que las personas refugiadas no solo contribuyan a la conversación, sino que la lideren.

 

Asma Rabi a.rabi@jigsawconsult.com @AsmaRabii

Asistente de investigación

 

Noor Ullah n.ullah@jigsawconsult.com @noor_ahmadzai10

Asistente de investigación

 

Rebecca Daltry r.daltry@jigsawconsult.com @beckydaltry

Investigadora

 

Jigsaw Consult

 

[1] Horst C (2007) “Doing Research with Refugees: Issues and Guidelines”, Journal of Refugee Studies, Vol 20, Número 4, pp. 673-674 https://bit.ly/research-issues-guidelines

[2] Collyer F M (2016) “Global patterns in the publishing of academic knowledge: Global North, global South”, Current Sociology, Vol 66, Número 1, pp. 56-73 https://bit.ly/global-patterns

[3] McLean R (2018) “Why Southern research?”, IDRC https://bit.ly/southern-research

[4] Harley T and H Hobbs (2020) “The Meaningful Participation of Refugees in Decision-Making Processes: Questions of Law and Policy”, International Journal of Refugee Law, Vol 32, Número 2, pp. 200-226 https://bit.ly/participation-law-policy

[5] ACNUR (2020) https://bit.ly/tertiary-education-sp

[6] Stockemer D y Wigginton M J (2019) “Publishing in English or another language: An inclusive study of scholar’s language publication preferences in the natural, social and interdisciplinary sciences”, Scientometrics, Número 118, pp. 645-652 https://bit.ly/language-preferences

 

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