Los compromisos retóricos y la realidad de la financiación en Dadaab, Kenia

En este artículo nos basamos en nuestras diversas experiencias como equipo de investigación transnacional afiliado al Borderless Higher Education for Refugees Project (Proyecto de Educación Superior sin Fronteras para los Refugiados) para reflexionar sobre cómo las actuales prácticas de financiación siguen limitando la investigación dirigida por las personas refugiadas en Dadaab, Kenia.

En los últimos cinco años, las instituciones del Norte se han comprometido de forma cada vez más visible a apoyar la investigación dirigida por población refugiada. Las fundaciones privadas trabajan para cultivar a investigadores refugiados mediante programas académicos flexibles y becas[1]. Las instituciones bilaterales utilizan convocatorias de financiación específica para amplificar las voces de las organizaciones dirigidas por población refugiada y desplazada interna, y para respaldar la capacidad investigadora de las instituciones del Sur. Las universidades han lanzado redes transnacionales para destacar y apoyar los estudios de investigación realizados por personas refugiadas[2]. Estas iniciativas pretenden corregir las desigualdades históricas en los estudios sobre migraciones forzadas, donde es más que reconocido que existe una problemática política de representación. Reflejan un impulso mayor por localizar la producción de conocimientos, dotando de poder y recursos a los actores refugiados en vez de a las instituciones internacionales.

Según nuestra experiencia, no obstante, estos esfuerzos pueden verse obstaculizados por diversas barreras. Somos cuatro investigadores radicados en Canadá y Kenia que nos reunimos en el contexto del proyecto Borderless Higher Education for Refugees (BHER). Dos de nosotros (Oyat e Ismail) somos refugiados graduados del programa BHER y vivimos en Kenia, y las otras dos (Silver y Kim) somos empleadas de la Universidad de York en Canadá.

La BHER consiste en un consorcio de universidades y oenegés que pretende fomentar unas oportunidades de acceso a la educación superior para los refugiados que sean más amplias y donde haya igualdad de género. En 2018, en respuesta a las peticiones del alumnado y en un esfuerzo por fomentar la producción de conocimiento local, la BHER comenzó a ofrecer programas de posgrado a los candidatos que cumplían con los requisitos en los campamentos de refugiados de Dadaab, en Kenia. A fecha de julio de 2022, 18 hombres y 10 mujeres han completado un máster en Educación para la investigación intensiva de la Universidad de York basado íntegramente en los campamentos.

A través de sus becas, el alumnado de posgrado y los exalumnos de la BHER contribuyen a mitigar las lagunas de representación en los estudios sobre educación y migración forzada. Desde 2019 han publicado 15 artículos tanto en solitario como en coautoría en revistas con revisión por pares y volúmenes editados. Han hecho presentaciones en múltiples conferencias internacionales y universidades, incluido el Foro Mundial sobre los Refugiados de ACNUR[3]. En 2020, cinco graduados en el máster de Educación, entre ellos los coautores Oyat e Ismail, crearon conjuntamente la Dadaab Response Association (DRA), la primera organización dirigida por refugiados (RLO) de Dadaab que trabaja para producir estudios de investigación de gran calidad que reflejen los intereses locales. Como organización de base comunitaria registrada en Kenia, la DRA colabora con otras instituciones y particulares, entre ellas las coautoras Silver y Kim, en diversos proyectos relacionados con la investigación y la práctica educativa.

Aunque son enormes progresos, siguen existiendo importantes obstáculos a la equidad en la producción de conocimientos y, más concretamente, a la transferencia significativa de recursos del Norte al Sur.

El bloqueo de la participación plena

Las convocatorias de financiación de las instituciones bilaterales para respaldar las iniciativas dirigidas por los refugiados evidencian su compromiso de diversificar los socios y proyectos. Sin embargo, la estructura de las solicitudes se traduce explícita o implícitamente en una dependencia continua de las instituciones del Norte como contratantes principales y de los investigadores del Norte como investigadores principales. Como consecuencia, la financiación sigue canalizándose hacia las grandes organizaciones internacionales y, a través de ellas, en detrimento de las dirigidas por las personas refugiadas.

Una reciente convocatoria de financiación para propuestas lanzada por el Gobierno de Canadá, por ejemplo, se centraba en la educación de los refugiados en el África subsahariana. La convocatoria fue pionera al considerar que la mejor manera de lograr una escolarización de calidad es mediante el desarrollo de la capacidad de las RLO y la concesión de subvenciones a estas organizaciones. Sin embargo, los requisitos eran estrictos, como que el contratante principal fuera canadiense y que contara con una capacidad institucional demostrada para gestionar grandes sumas de dinero (hasta 40 millones de dólares canadienses[4] en cinco años). Esto se llevó por delante a muchos candidatos potenciales, e hizo que apenas unas pocas ONG internacionales, en su mayoría establecidas, cumplieran los requisitos para presentarse. Según nuestra experiencia, estas organizaciones tienden a desarrollar sus propuestas en sus sedes, solicitando la participación de las RLO para afianzar su candidatura más que para que estas últimas las dirijan y les den forma.

La reorientación de la financiación bilateral en detrimento de las organizaciones internacionales tiene limitaciones muy reales. Sin embargo, al requerir un tipo concreto de contratante principal, las convocatorias, que de otro modo serían transformadoras, quedan sujetas a las deficiencias habituales de las alianzas de investigación Norte/Sur: expectativas y objetivos desajustados entre los socios; supuestos neocoloniales en torno a quién posee la experiencia y quién necesita el desarrollo de la capacidad; influencia desproporcionada del Norte; reparto de funciones desigual y transnacional; y, por supuesto, un acceso profundamente desigual a la financiación.

Como equipo de investigación, nos hemos encontrado con algunos de estos retos a la hora de solicitar financiación. Los cuatro coautores diseñamos un proyecto cualitativo para analizar los obstáculos a la localización de la producción de conocimientos en Dadaab. Sin embargo, los investigadores refugiados no podían figurar en la solicitud como coinvestigadores principales sin una afiliación universitaria. Tampoco podían recibir financiación para actividades de investigación como colaboradores oficiales del proyecto. Para que se les pagara a través de la subvención, Oyat e Ismail tendrían que ser contratados como consultores o como asistentes de investigación. Ambos títulos relegan a los investigadores, y a su RLO, a posiciones secundarias. Nos vimos obligados a decidir si debíamos presentar una propuesta de proyecto que fuera equitativa en el nombre, pero no en la asignación de recursos, o una que mantuviera una disposición jerárquica en los títulos, pero que permitiera una mayor flexibilidad en la transferencia de fondos, una elección imposible si el objetivo es un compromiso recíproco significativo.

Las subvenciones para los programas o estudios de investigación que financian directamente a las RLO pueden mitigar este tipo de problemas. Estas oportunidades, aunque suelen ser de menor envergadura, son cruciales para que las RLO adquieran experiencia como contratantes principales y así tengan más posibilidades de tener éxito en solicitudes de subvenciones de mayor envergadura. Cuando los miembros de la DRA detectaron una oportunidad de gran relevancia, financiada bilateralmente, para la que cumplían todos los requisitos, no pudieron registrarse en el portal de la organización debido a problemas tecnológicos y, por tanto, no pudieron presentar una solicitud completa. Los investigadores refugiados necesitan una conexión a Internet fiable, suficientes paquetes de datos, electricidad y la tecnología para acceder a portales por los que no siempre es fácil navegar, incluso en otros entornos. Las elevadas barreras de acceso, como el curriculum vitae (CV) común canadiense, que se exige para las propuestas de investigación financiadas por el Gobierno federal de Canadá y cuya cumplimentación requiere horas de conectividad ininterrumpida, o el sistema universal de numeración de datos de EE. UU., el Sistema de Gestión de la Adjudicación, dejan sistemáticamente en desventaja a los investigadores y a sus organizaciones situadas en entornos remotos o que cuentan con escasos recursos. Por estas razones, y a pesar del creciente compromiso retórico con la localización de quienes financian, la DRA sigue estando en la mayoría de los casos en una posición de subcontratación. A Oyat, Ismail y sus compañeros de Dadaab se les pide con regularidad que participen en las solicitudes de grandes subvenciones, pero se convierten en algo nominal o incluso invisible en la gestión de los proyectos y las subvenciones una vez que se conceden los fondos. Esta marginación se hace especialmente patente en las subvenciones concedidas atendiendo a la alianza con organizaciones de base.

Los sentimientos de desconfianza y marginación se manifiestan más claramente en las decisiones en torno a la financiación de los proyectos. Hemos observado que los fondos se dirigen con mayor frecuencia en torno a (o a través de) las RLO, más que a ellas en sí. Esto se justifica por la aversión al riesgo y la preocupación por la capacidad, pero impide que las RLO puedan actuar como contratantes principales y limita su capacidad de crecimiento. Es cierto que los colectivos locales pueden tener de hecho problemas de capacidad, pero los fondos para proyectos pueden gestionarse con éxito aun cuando una organización recibe apoyo en materia de capacidad[5].

La DRA fue invitada recientemente a participar en una colaboración internacional de investigación sobre las experiencias de las personas refugiadas en la región. Sin embargo, debido a los requisitos de admisibilidad, la organización no pudo recibir fondos directamente. Para evitar los trámites burocráticos, el contratante principal decidió contratar a miembros particulares de la DRA como consultores en lugar de llegar a un acuerdo organizativo. Esta decisión hizo que los investigadores refugiados no pudieran negociar colectivamente en torno a cuestiones financieras y relativas a la carga de trabajo. De este modo, la DRA no pudo optar al pago de gastos generales y equipos, y no pudo incluir el proyecto en su curriculum institucional a pesar de que sus miembros habían llevado a cabo el estudio de investigación.

La elección de contratar a investigadores refugiados como consultores no es más que una de las diversas estrategias presupuestarias que pueden obstaculizar la capacidad a largo plazo de una RLO. Otra sería el modelo de reembolso. Las subvenciones con modelos de financiación basados en el reembolso —en vez de adelantar la financiación a una organización para las actividades de un proyecto— excluyen a las RLO casi por defecto. Las RLO no pueden gastar lo que no tienen, ni pueden permitirse esperar semanas o meses a la devolución.

Este tipo de estrategias no necesariamente reflejan una mala intención. Pueden surgir en respuesta a plazos apremiantes, sistemas estrictos de rendición de cuentas, y a un auténtico deseo de pagar a investigadores refugiados. Tanto Silver como Kim hemos participado en proyectos en los que se han desplegado estas estrategias. Nosotras (Silver y Kim) estamos implicadas en las decisiones que criticamos. Sin embargo, estas decisiones pueden dañar el sentimiento de confianza de las organizaciones de refugiados. Como miembros de la DRA, nosotros (Oyat e Ismail) nos sentimos a menudo como beneficiarios o asistentes de investigación, más que como socios organizativos.

Recomendaciones para la práctica

Dadas las barreras que siguen impidiendo la transferencia significativa de recursos para la investigación en estudios sobre refugio y migraciones forzadas, ofrecemos las siguientes sugerencias, principalmente hacia las instituciones financiadoras:

 

  • Combinar la investigación directa o la financiación programática de las RLO con oportunidades a largo plazo y a medida para desarrollar la capacidad organizativa con el fin de aumentar la admisibilidad de las RLO como contratantes principales en el futuro[6].

 

  • Revisar los requisitos de admisibilidad para los puestos de contratante principal o de investigador principal, sobre todo si la localización es un resultado deseado. Esto podría incluir la redefinición de lo que es una “experiencia aceptable”. Los proveedores de financiación también podrían invitar a las organizaciones locales a auditar sus convocatorias de propuestas para ver si son innecesariamente gravosas.

 

  • Incluir el requisito de que un porcentaje de la financiación de los costes operativos del proyecto se asigne a las RLO subcontratadas como inversión de capital.

 

  • Siempre que sea posible, es mejor utilizar los modelos presupuestarios que consisten en adelantar el dinero en vez de los de reembolso. La financiación flexible también fomenta unos programas más receptivos a nivel local y aumenta la capacidad de éxito de las organizaciones locales.

 

  • Garantizar que las RLO, especialmente las que participen en los proyectos como subcontratistas, tengan oportunidades directas para relacionarse con los proveedores de financiación y acceso directo a la documentación del proyecto relacionada con su trabajo (como los informes presupuestarios, los resultados del seguimiento y la evaluación, etc.).

 

  • Ofrecer oportunidades de desarrollo organizativo a las RLO, adaptadas a sus necesidades específicas.

 

  • Asegurarse de que las solicitudes de financiación cuenten con plazos flexibles, portales fáciles de usar y con bajos requisitos tecnológicos, siempre que sea posible.

 

Permitir que las instituciones locales, las dirigidas por población refugiada y otras no tradicionales, así como los particulares, actúen como contratantes e investigadores principales en subvenciones importantes llevará tiempo y recursos, pero también producirá unos estudios de investigación mejores y más inclusivos. Por ahora, como grupo de investigadores con diversas posiciones geográficas, institucionales y sociopolíticas, procedemos con cautela. Trabajamos por superar las limitaciones estructurales y las preocupantes desigualdades con una comunicación abierta, una autorreflexión crítica y, en la medida de lo posible, prácticas presupuestarias inclusivas. Esto no es suficiente, pero es un comienzo.

 

Rachel Silver resilver@edu.yorku.ca

Profesora adjunta, Universidad de York y codirectora de Borderless Higher Education for Refugees (BHER)

 

Mark Okello Oyat mark01oyat@gmail.com @OkelloOyat

Codirector, Dadaab Response Association (DRA)

 

HaEun Kim haeunkim@yorku.ca @BorderlessEdu

Administradora de proyectos, BHER

 

Sahra Mohamed Ismail nadarbuuni@gmail.com @SahraMohamed

Codirectora, DRA

 

[1] https://bit.ly/research-fellowships ; https://bit.ly/mastercard-scholars-program

[2] https://carleton.ca/lerrn/; https://bit.ly/refugee-economies-rlrh

[3] Para ver el catálogo completo de estudios de investigación realizados por los alumnos de posgrado de la BHER, consulte www.bher.org/research

[4] Aproximadamente 31 millones de dólares estadounidenses.

[5] Ver Usen (2019) “Localización: ¡estamos frustrados, no somos estúpidos!” Revista Migraciones Forzadas número 60 https://bit.ly/localisation-usen-sp

[6] Ver ACNUR (2020) “Refugee-Led Innovation Fund Concept Note” https://bit.ly/refugee-led-innovation

 

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