Apoyar la integración social de los jóvenes que han sido víctimas de la trata

 

Por definición, traficar implica movimiento. Y supone en muchas ocasiones la desvinculación de un individuo de su familia, amigos y, a veces, de su lengua y cultura. Los jóvenes que han sido víctimas de la trata de personas a menudo se encuentran en ciudades desconocidas en las que es poco probable que tengan amigos, familiares o contactos relevantes. Los traficantes son expertos en métodos para mantenerles bajo control; los jóvenes suelen ser trasladados con regularidad, lo que contribuye a su desorientación, y a las víctimas de la trata a menudo se les mantiene aisladas del resto. A raíz de la violencia y de la experiencia sufrida, estos jóvenes aprenden a no confiar en sus semejantes.

Pero para quienes han sido víctimas de la trata, el poder hablar con otras personas que han pasado por una experiencia similar, en especial con aquellos con quienes comparten raíces o que provienen de comunidades similares, puede ayudarles a entender que no están solos. Muchas organizaciones destacadas que trabajan con jóvenes que han sido víctimas de la trata de personas reúnen a los supervivientes para que se conozcan, compartan sus historias y puedan acceder a la ayuda y al asesoramiento. Sin embargo, algunos jóvenes tienen miedo de interactuar con otros de su país de origen porque creen que entonces sus historias se divulgarán por la comunidad de acogida o entre aquellos familiares que se encuentran en su lugar de origen. En otros casos, el joven puede saber o creer que en la comunidad conocen al traficante o que tienen relación con otros implicados en la trata que se encuentren en su lugar de origen.

La gente joven necesita que se le demuestre que su futuro no está marcado por su pasado. Resultan de vital importancia los modelos a seguir, entre ellos individuos que se hayan enfrentado a adversidades similares y cuyas vidas sean en la actualidad felices y positivas. Éstos pueden hallarse en otros semejantes que estén más avanzados en el proceso de recuperación pero también en las organizaciones lideradas por supervivientes, cuyo número va creciendo alrededor del mundo, como Girls Educational and Mentoring Services (GEMS), Standing Against Global Exploitation (SAGE), Breaking Free y Courtney's House (todas ellas en los Estados Unidos), la Somaly Mam Foundation en Camboya y Shakti Samhua en Nepal. Gracias a la participación de la gente joven, estas organizaciones pueden ayudar a los supervivientes a redefinir su identidad y a que puedan volver a sentirse parte de un colectivo.

 

Claire Cody (claire.cody@perth.uhi.ac.uk) es socia de la Oak Foundation del Centre for Rural Childhood (Centro para la Infancia en Entornos Rurales), Perth College, en la escocesa University of the Highlands and Islands. Su trabajo consiste en desarrollar recursos para la recuperación y la reintegración de los niños afectados por la explotación sexual y la trata de personas a nivel global. www.childrecovery.info

 

 

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